La geografía nos enseña que el Norte y el Sur son dos conceptos diferentes, pero no demasiado alejadas entre ellos. En este articuloo contaré mi llegada en la ciudad de Barranquilla, Colombia, que me acogerá por los proximos seis meses.
A menudo, el Norte y el Sur están a pocos kilómetros de distancia, para dividirlos tan solo necesitamos cruzar un barrio, una calle, un mar o incluso una pared. Su contacto genera caos, inseguridad, desorden y todo esto crea desigualdades. El Norte se encuentra desarrollado y adaptado a las tecnologías. Hay seguridad y las personas viven con una calidad de vida aceptable. Todo parece funcionar y todos viven una vida pacífica, al menos en apariencia. Solo hay un temor que atormenta a los habitantes del norte, una pesadilla tan grande que no les permite vivir libres: los habitantes del sur.
Los del sur, para los del norte son unos sin vergüenzas, ladrones, dispuestos a hacer cualquier cosa para sobrevivir. Barranquilla, la ciudad donde estaré por 6 meses, está dividida en dos por una delgada línea que separa el Norte del Sur; en Google Maps no se encuentra. Solo cuando llego al aeropuerto, ubicado al sur, me doy cuenta y veo todo más claro. Miro por la ventana del taxi y vislumbro las barriadas y varios campamentos improvisados. Cuanto más se cruza el vecindario, más me toca observar una terrible pobreza. De repente comienza a llover, llega una tormenta tropical con un aguacero nunca visto en mi vida, sigo buscando con la mirada que me conduce a una mujer descalza con su bebé en brazos bajo una gran cantidad de agua, se queda inmóvil con los ojos fijos en el camino y el bebé llora mientras el taxi se dirige al Norte, a mi casa. Me dicen los dueños de mi nueva casa que cerca hay un centro comercial, es por ello, que decido ir allí inmediatamente para comprar algo para comer. Cuando entro en el edificio pierdo la concepción del espacio, no puedo creer lo que veo. Frente a mí, cuatro pisos de restaurantes, tiendas, un cine, un gimnasio y un parque temático aparecen casi como una alucinación. Un lujo que nunca me esperaba encontrar justo 10 minutos antes. Mas lujo que muchos centros comerciales en Roma, mi casa.
Pocos kilómetros separan estas diferentes realidades. Barranquilla está a 13 kilómetros de Soledad, ya que Italia está a unos 400 kilómetros de Libia. Hay una diferencia que se está volviendo más y más grande. La situación explotará algún día, acá en Barranquilla, en Italia y en el mundo. No es difícil hacer esta previsión, porque los pobres siempre tienen cada vez menos y los ricos cada vez más, sus «fronteras» se acercan cada día que pasa y no hay muro que consiga contener estas injusticias sociales. No es retórica sino la realidad pura y simple; los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros, al menos eso dice el refrán.
1 de Agosto de 2017
Luca Di Pietro
Excelente punto de vista.